(Texto publicado por Ideal el sábado 12-12-2009)
Tú, Antonio, me enseñaste en música a disparar primero y preguntar después, a superponer el sentimiento al razonamiento, a sentir sin cuestionar, a ejercer desde el primer momento la valentía que tiene el artista que lo da todo.
Tú colocaste por primera vez mis dedos sobre las cuerdas de mi guitarra infantil, y me enseñaste de forma espontánea secretos del instrumento, que hoy, casi treinta años después, siguen siendo tan necesarios y valiosos para mí como el primer día.
Te has ido de forma improvisada, como otra más de tus improvisadas escalas bluseras con las que dibujabas trazos sonoros irrepetibles, vive Dios que nunca me desprendí de la sensación de estar frente a un gigante aún cuando solo te limitabas a desearme lo mejor en el escenario, nunca perdí la sensación, hacia un hombre que en todo momento le sobraban la humildad y la sencillez.
Los destellos inmortales de aquellas escalas en tu "Telecaster" sobrevivirán a cualquier desconsideración, la frescura de tus dibujos y comics al hastío del medio que te ha embargado hasta tal grado, y tus riff's socavarán el bendito silencio de las noches de Guadix.
La ilusión y el talento que derrochaste entre tantos y tantos jóvenes accitanos y de otras partes, han dejado marcas donde jamás podrá hacerlo cualquier otro reconocimiento o mención, en cualquier caso ni recibido ni esperado.
Nunca nadie te vio ostentar, presumir o pretender ni un algo de atención sobre el fenómeno innato de tu valía, el sonido de tu guitarra pervive en el corazón de todos aquellos que la escuchamos, tú sonido seguirá vivo en las manos de los que fuimos tus discípulos y el tuyo, el nuestro y el de todos, resonarán en generaciones venideras, poniendo música al sosiego que la vida se empeñó en negarte y que seguro que estés donde estés ya habrás podido encontrar.
Adiós maestro.
Juan Carlos "El Pincho".
Tú colocaste por primera vez mis dedos sobre las cuerdas de mi guitarra infantil, y me enseñaste de forma espontánea secretos del instrumento, que hoy, casi treinta años después, siguen siendo tan necesarios y valiosos para mí como el primer día.
Te has ido de forma improvisada, como otra más de tus improvisadas escalas bluseras con las que dibujabas trazos sonoros irrepetibles, vive Dios que nunca me desprendí de la sensación de estar frente a un gigante aún cuando solo te limitabas a desearme lo mejor en el escenario, nunca perdí la sensación, hacia un hombre que en todo momento le sobraban la humildad y la sencillez.
Los destellos inmortales de aquellas escalas en tu "Telecaster" sobrevivirán a cualquier desconsideración, la frescura de tus dibujos y comics al hastío del medio que te ha embargado hasta tal grado, y tus riff's socavarán el bendito silencio de las noches de Guadix.
La ilusión y el talento que derrochaste entre tantos y tantos jóvenes accitanos y de otras partes, han dejado marcas donde jamás podrá hacerlo cualquier otro reconocimiento o mención, en cualquier caso ni recibido ni esperado.
Nunca nadie te vio ostentar, presumir o pretender ni un algo de atención sobre el fenómeno innato de tu valía, el sonido de tu guitarra pervive en el corazón de todos aquellos que la escuchamos, tú sonido seguirá vivo en las manos de los que fuimos tus discípulos y el tuyo, el nuestro y el de todos, resonarán en generaciones venideras, poniendo música al sosiego que la vida se empeñó en negarte y que seguro que estés donde estés ya habrás podido encontrar.
Adiós maestro.
Juan Carlos "El Pincho".
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